Trío de ases hablando de teatro en las «Charlas en la Onda»

El programa «El Teatro de los Perros» de Onda Cabanillas organizó una magnífica charla sobre dramaturgia con tres grandes directores y actores de la escena provincial: Pérez Arévalo, Menasanch y Matienzo

La Biblioteca León Gil de Cabanillas acogió este lunes 12 de diciembre una nueva cita del ciclo «Charlas en la Onda», que organizan los distintos programas de Onda Cabanillas, y que se emiten en directo por la emisora municipal. En esta ocasión el programa organizador era «El Teatro de los Perros», un espacio que conduce la actriz aficionada cabanillera Angélica Santos, junto a su compañero y también actor aficionado Pedro Pérez. Y los invitados eran tres grandes referentes del mundo de la dramaturgia en Guadalajara (y también fuera de las fronteras provinciales) como son Juan Carlos Pérez Arévalo (autor, editor, y director de la compañía «Tres Tristres Trigres», afincada en Cabanillas); Pablo Menasanch (autor, actor, director teatral y actual coordinador de la Escuela de Teatro de Cabanillas de la Asociación ArteRenace); y el arriacense José Luis Matienzo, actor y director teatral, fundador de la compañía «Escarramán», y ex director de la Escuela Municipal de Teatro de Guadalajara.

Todos ellos ofrecieron algo más de hora y cuarto de una magnífica conversación, distendida, amena y muy interesante, sobre el mundo del teatro. Comenzó el coloquio con una introducción de los protagonistas y sus trayectorias teatrales a cargo de la presentadora, Angélica Santos, quien también hizo un repaso sobre su programa de Onda Cabanillas, «El teatro de los Perros», que actualmente es el único dedicado exclusivamente al mundo del teatro que se realiza en Guadalajara.

Luego la charla se ha desarrollado en un formato de entrevista, con los dos conductores del programa haciendo preguntas interesantísimas a los invitados. Así, se han abordado cuestiones sobre los inicios de los tres en este mundo de la escena, lo que ha permitido conocer anécdotas entretenidas; como que Arévalo se adentró en este mundo por recomendación de una profesora del colegio; o que Menasanch lo hizo desde el instituto, dirigiendo a unos compañeros. Y Matienzo ha explicado que, pese a ser veterinario de profesión, acabó dejando el trabajo para el que se había formado en la Universidad, cuando su afición teatral se convirtió en su profesión y modo de vida.

Otra cuestión interesante que salió a la palestra fueron las diferencias y preferencias de los invitados a la hora de elegir entre actuar o dirigir; pregunta a la que Pérez Arévalo contestó señalando que a su juicio «para ser director hay que pasar primero por ser actor»; o ante la que Menasanch señaló que básicamente la diferencia la encuentra en que «el director es un creador, mientras el actor es el ejecutor de un texto dramático».

También hablaron de los detalles más importantes que abordan como directores teatrales a la hora de sacar adelante una obra: la importancia de la elección del texto, su desarrollo y adaptación a la compañía, el trabajo en los ensayos, la promoción, o todos los elementos escénicos que rodean a un montaje. Asímismo, han comentado también cómo las compañías, aficionadas y profesionales, tienden cada vez más a especializarse en géneros, algo que les permite ser más fácilmente contratados, pero que a veces las encasilla. En este punto, Pablo Menasanch, como director de la Escuela de Teatro de Cabanillas, ha señalado cuestiones interesantes sobre la importancia de la elección de los textos a la hora de usarlos en la formación de niños y jóvenes, así como de su búsqueda de un desarrollo crítico e intelectual en los alumnos y alumnas, más allá de potenciar sus cualidades actorales.

Finalmente, los tres protagonistas, a preguntas de los conductores del programa, han hecho unas magníficas reflexiones sobre la situación y las perspectivas de futuro del teatro aficionado, un campo que va «perdiendo peso» en estos años, lamentaba Arévalo. Matienzo, por su parte, llamaba al optimismo al señalar que «el ser humano necesita comunicarse», y que el teatral es un lenguaje que deberá evolucionar, adaptándose a las nuevas circunstancias, avances técnicos y cambios sociales. Finalmente Menasanch resumía su visión sobre el asunto señalando que el teatro «fluye como la vida», y que por tanto, «buscará cauces para salir adelante».

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